Sobre la creación de la Secretaría de Seguridad y Cultura Ciudadana, El Concejal Jorge Torres, de la Alianza Verde, dice que la Alcaldía, excluyó la Cultura Ciudadana. El enfoque de la Administración Peñalosa, es de mucho garrote y poca zanahoria para resolver los temas de seguridad y convivencia en la ciudad.
La administración ha excluido todo el enfoque de Cultura Ciudadana que es fundamental para lograr mejorar los indicadores tanto de seguridad como de convivencia en la ciudad.
Vale la pena recordar dos hechos notorios:
El primero fue durante la primera administración de Antanas Mockus, entre los años 1995 y 1997 se presentó una reducción histórica de homicidios y esto se dio gracias al enfoque de Cultura Ciudadana.
Lo segundo, a veces creemos que el enfoque policivo es el que nos garantiza mayor seguridad y lo que demuestra la experiencia es que se necesita que la gente esté más dispuesta a cumplir voluntariamente las normas, pero adicionalmente que esté más dispuesta a cooperar tanto con las autoridades para que conjuntamente se logre reducir la violencia intrafamiliar, lesiones personales, bandas criminales y micro tráfico en la ciudad.
Apenas se terminó el gobierno de Antanas Mockus, con ese énfasis en la cultura ciudadana comenzaron a subir las tasas de violencia intrafamiliar y de lesiones personales, cifras que no han parado de crecer.
El Proyecto de Acuerdo por el cual se crean el Sector Administrativo de Seguridad, Convivencia y Justicia y la Secretaría Distrital de Seguridad, Convivencia y Justicia presentado al Concejo de Bogotá por la dministración de la ciudad, aparte de justificar insuficientemente la creación de la nueva entidad, falla en un aspecto fundamental: domina en el proyecto un enfoque más policivo que integral de la seguridad y la convivencia en Bogotá.
La exposición de motivos no permite deducir un enfoque claro sobre el tema central del proyecto, como es la seguridad y la convivencia. Aquella se reduce a presentar un rápido diagnóstico de la seguridad en Bogotá, un conjunto de justificaciones de las cuales no se deduce la necesidad de crear una nueva entidad para mejorar la situación de seguridad en la ciudad, que debe ser el principal objetivo de todo el ejercicio, un marco jurídico, ese sí detallado, y un breve análisis del impacto fiscal del proyecto. Sin embargo, en la redacción del proyecto en sí, y específicamente en el artículo 5, referente a las funciones básicas de la nueva Secretaría, parece concentrarse el papel de la nueva Secretaría en actividades de orientación y coordinación, incluso de liderazgo, de acciones que no parecen llegar más allá de las que realizan la Policía Metropolitana de Bogotá, el Ejército Nacional y los Organismos de Seguridad e Inteligencia del Estado, para propiciar la seguridad y la convivencia pacífica en el Distrito.
Y aunque se mencionan en primer lugar entre las funciones de la Secretaría, las deorientar y coordinar la formulación de políticas planes y programas para garantizar la convivencia y la seguridad ciudadana, la preservación del orden público, la prevención del delito y el acceso a la justicia apenas se quedan en esquemáticas menciones que no reflejan ni desarrollan enfoque alguno distinto al simplemente punitivo.
De hecho, el proyecto excluye la cultura ciudadana como estrategia para garantizar la seguridad, la convivencia y la prevención del delito. Esto constituye una gran paradoja, por cuanto la historia reciente de Bogotá muestra, con cifras concretas, el impacto de las estrategias de cultura ciudadana en el logro de tales objetivos. En los períodos en los cuales se implementaron las estrategias de cultura ciudadana (1995-1997 y 2001-2003, correspondientes a los dos gobiernos de Antanas Mockus), las cifras de violencia muestran una clara evolución favorable: la tasa de homicidios por cien mil habitantes descendió de 80 en 1993 a 47 en 1997 y tendencia que se mantuvo en los siguientes años, pasando entre 2000 y 2003 de 38 a 25 homicidios por cien mil habitantes.
Las cifras en materia de lesiones personales y violencia intrafamiliar son aún más contundentes. Como muestra la curva presentada en el gráfico, mientras estuvieron vigentes las estrategias de cultura ciudadana las tasas en ambas formas de violencia tuvieron una clara tendencia a la baja. Por el contrario, luego del desmonte de dichas estrategias la tendencia fue claramente ascendente. En la violencia interpersonal (lesiones personales), Bogotá logró un descenso de 494 casos por cien mil habitantes en 2000 a 173 casos en 2004. En una siniestra paradoja, mientras las tasas de homicidios descendían cada vez más, las de lesiones personales escalaron de manera al parecer irrefrenable hasta llegar a un pico de 610 casos por cien mil habitantes en 2010. En esta materia, durante la primera década del siglo XXI y aun hoy Bogotá está en situación mucho peor que la del país en su conjunto y peor que la de Medellín, Cali y Barranquilla.
JOHN PORTELA
OFICINA DE COMUNICACIONES CONCEJAL JORGE TORRES
MAIL: comunicacionesjorgetorres@gmail.com
Texto extraído del documento oficial: